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lunes, junio 20, 2011

Fracaso escolar. Cuáles son los motivos?

Adolescencia.

FRACASO ESCOLAR, suena un poco fuerte ¿verdad?, pero cuántos de nosotros nos encontramos con unos hijos que sin saber por qué, no acaban de dar la talla que nosotros creemos que pueden dar en sus estudios?

En este caso me ha llegado a la bandeja de entrada un artículo muy sencillo de un subscriptor del blog que una vez leído me ha ayudado a entender un poco algunos de los motivos que pueden explicar los resultados no tan convincentes de nuestros hijos en los estudios.

En resumen, hay que trabajar con ellos para ayudarles a crear un hábito de estudio; de lo contrario el cúmulo de malos resultados va minando su autoestima hasta que acaban convenciéndose de su incapacidad para abordar unos estudios más complejos.

Lo interesante es lo que siempre comentamos en nuestros artículos, y es que siempre hay esperanza.

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----- Inicio del artículo -------------

En la actualidad, un 25% de los alumnos no obtiene el título de Graduado en Educación Secundaria Obligatoria. Este problema dificulta las posibilidades formativas y profesionales de los hijos ¿Por qué se llega a esta situación? ¿Se puede solucionar? ¿Qué pueden hacer los padres?

La génesis de fracaso

Carlos tiene 17 años. Aprobó la Educación Primaria sin dificultades. Hacía los deberes. Atendía en clase y esto le bastaba. En primero de E.S.O. se matriculó en un Instituto. Cuando se acercaron las fechas de los exámenes se propuso empezar a estudiar. Procuró dedicar un día de estudio a cada asignatura. El sistema funcionó. Lo mismo hizo en segundo de la E.S.O., pero esta vez le quedaron dos suspensas en junio y las mismas en septiembre. La Junta de Evaluación, decidió que promocionara a tercero.

En tercero de E.S.O. y teniendo en cuenta la experiencia del curso anterior, se tomó “en serio” los estudios. ¡Hay que estudiar más!–se dijo-. Y el “estudiar más” se tradujo en preparar los exámenes con dos días de antelación. Además de estudiar toda la tarde, la víspera del examen se levantaba a las seis de la mañana para repasar. El resultado de la primera evaluación fueron siete suspensos. Su madre estaba muy preocupada. Su hijo siempre había ido aprobando y ahora suspendía nada más y nada menos que siete asignaturas. Además, su hijo –pensaba ella- ha preparado bien las asignaturas. ¡Esto es inexplicable! –se decía-. Carlos estaba muy desanimado. Quería abandonar los estudios. ¡No valgo! ¡Es muy difícil todo! ¡Me “mato” a estudiar y suspendo siete!

¿Cuál era el problema? La falta de hábito de estudio, principalmente. Carlos estaba acostumbrado a ”ir tirando”. Aprobaba estudiando durante los días previos a la evaluación. Tenía la impresión de que se esforzaba al máximo. Esto le llevó al desánimo, a pensar que no valía para estudiar. Como no se sentía capaz, estudió con desgana. La consecuencia fue que tuvo que repetir curso. En el curso siguiente mejoró algo. Pasó a cuarto de la E.S.O. con otras dos áreas suspensas, debido a que se había confiado. Pensó que aprobaría sin problemas, porque le “sonaba” todo.

Los resultados escolares no dependen exclusivamente de las capacidades, sino más bien del estudio constante y ordenado.

En cuarto de E.S.O. la situación no mejoró mucho, a pesar de que tenía un horario de estudio. Como consecuencia de su historia escolar no pudo obtener el ansiado título de Graduado en Educación Secundaria. Ahora sólo puede cursar un Programa de Garantía Social, ya que no tiene la edad necesaria (18 años) para matricularse en un Centro de Enseñanza de Adultos e intentar obtener la titulación de Secundaria Obligatoria. El camino a partir de este momento será más difícil que el anterior.

Este caso no es único. Quien más quien menos, conoce a otros estudiantes que, como Carlos, abandonan el sistema educativo sin pena ni gloria, a pesar de tener una capacidad suficiente y aún sobrada. El proceso puede resumirse desde el punto de vista del hijo o de la hija en:

  • No estudio hasta la víspera o dos días antes del examen.
  • Me doy el “atracón” y duermo “poco”.
  • Llego al examen “cansado” o “cansada”. La cabeza no me funciona (no se piensa por falta de sueño) Hacen preguntas que no sé.
  • Suspendo.
  • Me desanimo.
  • Pienso que no sirvo para estudiar. No confío en mis capacidades. Seguro que sigo suspendiendo haga lo que haga.
  • Mis padres no me conocen. No puedo aprobar.

En definitiva, se cumple a la letra lo que me comentó un compañero: “Lo difícil no es enseñar al que no sabe, sino al que no quiere”.

Otras causas

El fracaso escolar ha sido y sigue siendo uno de los temas “estrella” de la educación. Se han realizado muchos estudios y se han publicado infinidad de trabajos explicando el fenómeno y dando pautas para su resolución. La cuestión es compleja y no admite sólo una explicación – la falta de hábitos como en el caso de Carlos-. Además, cada hijo es diferente y sus circunstancias también. Sin embargo, los principales factores que influyen son:

  • La falta de hábitos de estudio unida a una mayor dificultad para realizar lo que cuesta esfuerzo, especialmente en la adolescencia.
  • Dificultades de comprensión lectora y bajo nivel léxico.
  • Problemas de atención y concentración.
  • Baja autoestima académica.
  • No saber organizarse a la hora de estudiar o de hacer las tareas.

Capacidad intelectual y fracaso

Con frecuencia, los padres y tutores recurren al Departamento de Orientación para que se les diga si su hijo o su alumno tiene algún problema cognitivo que le dificulte el poder aprobar las asignaturas. Su pretensión es conocer si los bajos resultados escolares son debidos a una escasa capacidad intelectual. Si el chico tiene una inteligencia dentro de la media, podrán decirle que no tiene disculpa para mejorar sus calificaciones.

La experiencia me va demostrando que salen adelante los alumnos o las alumnas que se esfuerzan, que trabaja. Aún recuerdo el caso de un alumno son un 140 de Cociente Intelectual –este sólo es un aspecto de la medición de la inteligencia- que no obtuvo el título de Graduado en Secundaria que abandonó los estudios a los 16 años. También he podido comprobar al realizar las pruebas psicopedagógicas para elaborar el Consejo Orientador de la E.S.O., cómo alumnos y alumnas con una capacidad intelectual muy limitada, no sólo aprobaban los cursos, sino que incluso en algunas áreas obtenían buenas calificaciones.

Por tanto, los resultados escolares no dependen exclusivamente de las capacidades, sino más bien del estudio constante y ordenado. En consecuencia, lo que los hijos necesitan es que se les ayude a adquirir hábitos de estudio de una forma progresiva. Se empieza por veinte minutos de estudio y se va aumentando poco a poco el tiempo hasta poder dedicar el tiempo necesario que cada asignatura necesita. Además, habrá que hacerles ver que se debe estudiar todos los días, aunque no haya examen. Así, poco a poco, llegarán a obtener las metas académicas que se propongan.


José Luis Díez Pascual: ecojoven@ecojoven.com
Profesor de Psicología y Pedagogía
Orientador Escolar

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