Adopcion. Hay que exigir un plus de madurez a los padres adoptivos
Tal y como titula este artículo que hemos extraído de la web de Amada , es importante tener en cuenta que adoptar un hijo no es lo mismo que parirlo, y como bien dice el protagonista de esta entrevista, "No admitir las diferencias es lo mismo que considerarlas en exceso".
Cuando adoptamos un hijo, hemos de ser conscientes de que entramos a formar parte de una minoría de la sociedad , pues la mayoría de las familias están configuradas a partir de una parentalidad biológica.
Ello conlleva, por tanto, el inicio de una paternalidad llena de singularidades e idiosincrasias propias del hecho adoptivo. Un niño que no lleva nuestro código genético, de quien en la mayoría de los casos no conocemos ni su origen ni su modus vivendi en los primeros meses de su vida, que viene de una situación de marginalidad, de institucionalización, etc...
Ser padres es el reto más complejo al que se somete el ser humano adulto, y en el caso de la adopción, se añade además, el hecho de que se lleva a cabo de una forma que no es "normal", es decir, que no forma parte de una mayoría, con las consecuencias de intolerancia, incomprensión, inseguridad, prejuicios, ... con las que una minoría tiene que debatirse cada día.
Es normal por lo tanto exigir a las parejas o personas que hayan decidido adoptar, el disponer de algunos pluses que les permitan resolver los conflictos propios de su condición (Adopcion. La Espera. Adaptacion. Decálogo para las familias que hemos adoptado o vamos a adoptar ).
Este artículo nos habla de que la adopción tiene como fin buscar una familia a un niñ, y no al revés, y de la importancia de que los padres estén preparados y por tanto de la improtancia del proceso de idoneidad que más que ser un proceso de selección de los mejores padres, es un proceso de información, donde se pretende que la pareja que ha decidido adoptar conozca al menos algunos aspectos básicos de lo que significa haber tomado esta decusión.Otros artículos relacionados :
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Hay que exigir un plus de madurez a los padres adoptivos
Entrevista de Cristina Turrau - 04•11•2005
El interés del niño debe prevalecer sobre los deseos o expectativas del adulto, sostiene el responsable de evaluación de las familias candidatas de Gipuzkoa, Jesús Jiménez Jarauta. Doctor en psicología y psicoterapeuta, Jesús Jiménez es el responsable de los informes previos al certificado de idoneidad para adopción. «En la adopción, el único bien que hay que proteger es el interés del niño», dice.
Nacido en Cascante (Navarra) en 1944, desde abril es adjudicatario de la elaboración de los informes psicosociales previos al certificado de idoneidad para la adopción que otorga la Diputación de Gipuzkoa. Trabaja con un equipo de 4 psicólogos y 4 trabajadores sociales.
- ¿Con qué actitud inician los padres los trámites para adoptar a un hijo?
- Mi experiencia me demuestra que existen una serie de creencias erróneas en torno a la adopción. Y una de ellas es plantear la adopción como un derecho de los adultos que la solicitan. En la adopción, el bien que hay que proteger es única y exclusivamente el interés del niño.
- Y la adopción, dice usted, ¿no es un derecho de quien la solicita?
- Por muy duro que parezca, el único derecho que asiste a las parejas interesadas es precisamente el de solicitar la adopción a las instituciones competentes y a recibir un trato justo.
- ¿Abundan las parejas que plantean la adopción como un derecho?
- Algunas parejas llegan con expectativas poco realistas. A veces se minimizan las dificultades y da la impresión de que se quiere conseguir el hijo a toda costa, sin tomarse un tiempo de análisis y de preparación.
- Además del tiempo de tramitación, ¿la adopción requiere un tiempo de preparación mental?
- Efectivamente. La Diputación organiza cursos para preparar a las parejas que van a adoptar a un hijo. Muchas veces, parejas que se han sometido a intentos de fertilización asistida pasan de forma inmediata a la tramitación de la adopción sin haber elaborado sentimientos y frustraciones asociadas a la infertilidad. Desde esta posición es más difícil adquirir la preparación adecuada para afrontar la adopción.
- Educar a un niño adoptado, ¿tiene más dificultades que educar a un hijo biológico?
- No admitir las diferencias es tan peligroso como considerarlas en exceso. El niño llega con una historia familiar traumática que termina en una experiencia de orfanato. El desconocimiento del idioma, la adaptación a otras personas y a otras costumbres convierten a la adopción en un fenómeno complejo.
- Insiste en las complejidades del hecho adoptivo...
- Es cierto que en la adopción priman las ventajas para el niño. Pero no hay que olvidar que el menor puede sentir desarraigo de su ambiente de origen y desvinculación de alguna persona de apego. Las conductas asociadas al síndrome de separación, como negarse a comer, trastornos en el sueño o rechazo temporal al padre o madre adoptivos, no son extrañas.
- Sostiene usted que no todas las familias son idóneas para adoptar.
- A veces se tiene la idea de que es suficiente dar mucho amor al niño para que sea feliz y que sólo deberían quedar excluidas de la adopción las parejas con trastornos de personalidad o socialmente marginadas. Aparecen así actitudes demasiado críticas y poco motivadas en relación al estudio de idoneidad que las instituciones competentes deben realizar.
- Parece que pide un plus de serenidad y equilibrio a las parejas que solicitan una adopción...
- Efectivamente. Los padres adoptantes deben estar preparados para superar fases complejas que ocurren normalmente tras la luna de miel inicial, en la que tanto el niño como la familia se esfuerza por agradar. Hay familias que permanecen en esta etapa para siempre y otras que inician el proceso de adaptación de forma menos grata, al no sentirse correspondidos en sus muestras de cariño y de atención.
- Y para superar esos momentos difíciles se necesita preparación...
- Por eso se les exige a estas parejas un plus de madurez. Los momentos difíciles, si se resuelven bien, pueden ser muy positivos para la formación de los vínculos afectivos y el apego. Una familia sin la autoestima, fortaleza y preparación necesarias manifestará una mayor proclividad a sentir culpa o fracaso.
- La adopción, ¿no siempre es la mejor de las soluciones?
- A veces se escucha que los niños estarán siempre mejor en una familia, aunque no sea la más adecuada, que en un orfanato. Se olvida que en dichos centros hay muy pocos niños adoptables según las expectativas de los solicitantes. Se solicitan niños de pocos meses o años y sin enfermedades. Hay tal demanda que los países de origen están fijando cupos a los países de recepción. En los orfanatos quedan los niños mayores de cinco años o los que poseen enfermedad grave.
- Hay quien se queja de que el estudio de idoneidad puede resultar invasivo...
- Son mayoría las personas que entienden el sentido y la necesidad de dicho estudio. Se trata de entender que se busca la familia adecuada para un niño, más que un niño para una familia, aunque el proceso se enfoque con respeto y voluntad de solución. Bastantes parejas inician el proceso de valoración con ansiedad y cierto recelo, pero se tranquilizan cuando comprenden que el procedimiento entra dentro de lo razonable.
- La adopción, ¿enseña mucho?
- Muchos padres afirman que el niño les ha dado a ellos mucho más de lo que ellos le han ofrecido. Entienden la adopción como receptores de un acto de generosidad del que también quieren hacer partícipe a la madre biológica.