Adolescencia. Cuando todo parece temblar
Este artículo lo hemos extraído del periódico de la adopción, una fuente muy prolífica en temas interesantes sobre la adopción.
Es verdad que los padres sabemos , bien porque lo hemos vivido, bien porque lo hemos visto, oído o experimentado en otras personas, que la adolescencia es un momento de cambio, y como tal, de rupturas de nuestros hijos con su entorno.
Es un momento en que todas las personas se plantean aspectos que hasta el momento no eran cuestionables, y que requiere por tanto de una madurez para poder abordarlos; una madurez que en teoría hemos sido los padres quien hemos ayudado a que nuestros hijos hayan ido adquiriendo.
En este artículo nos explica los miedos que algunos padres adoptivos tienen a la hora de imaginarse cómo su hijo va a afrontar esta etapa de su vida, y principalmente nos comenta que es el hecho de que el hijo, corra, se vaya de casa en busca de sus orígenes , dejando aqui a su familia adoptiva.
Es cierto que desde la distancia, el miedo que nos describen, parece ridículo, ¿cómo un hijo se va a ir a las primera de cambio a buscar a su familia biológica, sólo porque quiere conocer sus orígenes y se va a olvidar de lo que tiene aqui? pero también es cierto que se escribe mucho sobre ello, y por algo será. Me imagino que será porque este miedo debe tener muchas facetas.
Lo que nos dice Lila Parrondo en este artículo es la importancia que tiene la seguridad que nosotros tengamos en el vínculo que hemos creado con nuestros hijos, y la confianza que nosotros sabemos transmitirles.
En otros artículos que hemos publicado, nos dicen que los padres somos el puntal de nuestros hijos cuando son pequeños y que nuestros miedos, inseguridades y desconfianzas, las transmitimos a nuestros hijos hasta el punto, muchas veces, de condicionar los hechos futuros.
Es muy normal, de hecho normalísimo, que un niño adoptado quiera conocer o tenga curiosidad en saber quiénes fueron las personas que lo engendraron y lo dieron en adopción, y los motivos que les llevaron a ello; es natural como la vida misma, como querer volver a la clase de párvulos en la que pasamos los primeros años de colegio, o pasear por las calles del pueblo donde de pequeños íbamos a pasar las vacaciones, y depende de nosotros que ése deseo, ése sentimiento natural y humano se quede simplemente en éso, y no le demos una trascendencia que no le corresponde.
El artículo nos insiste en la importancia de los padres en tener bien madurada la adopción y sus consecuencias, en saber transmitir a nuestros hijos la adopción dia a dia, y evitar que este tipo de deseos pasen a convertirse de una simple curiosidad natural en encontrar algunas respuestas, a un motivo vital para reafirmar su personalidad o llenar algún vacío que nosotros no hayamos sabido rellenar durante su vida.
Lila lo resume así : "Para que la pareja adoptante se convierta en familia necesita que otra mujer done, entregue un niño. El lugar que esta figura donante ocupe desde allí en la mente, las fantasías y los afectos de los padres adoptantes producirá modos diferentes de filiación"
Como siempre, mucha empatía, sinceridad con nuestros hijos y por supuesto mucho amor, pues al final, todo depende de nosotros, .......... es nuestro sino.
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Las familias que se han constituido por medio de la adopción viven la adolescencia de sus hijos con ciertas particularidades.
Desde el momento en que una pareja comienza a considerar la idea de la adopción, surgen temores muchos de ellos referidos a la adolescencia de sus futuros hijos:
1. Temor a no poder construir un vínculo estable a pesar de todo el afecto que puedan brindar a sus hijos.
2. Temor a que los hijos no reconozcan su autoridad y quieran desenvolverse solos una vez que conozcan el hecho de que no son sus padres biológicos.
3. Temor a que los hijos repitan en la adolescencia la historia que pudieran haber vivido sus padres biológicos (prostitución, delincuencia, alcoholismo, etc.).
4. Temor a ser abandonados por los hijos en la adolescencia, ya que inexorablemente partirán en busca de su familia biológica.
2. Temor a que los hijos no reconozcan su autoridad y quieran desenvolverse solos una vez que conozcan el hecho de que no son sus padres biológicos.
3. Temor a que los hijos repitan en la adolescencia la historia que pudieran haber vivido sus padres biológicos (prostitución, delincuencia, alcoholismo, etc.).
4. Temor a ser abandonados por los hijos en la adolescencia, ya que inexorablemente partirán en busca de su familia biológica.
Siempre la estructura familiar resulta sacudida frente a la adolescencia de los hijos, y los padres deben enfrentarse a la crisis del “nido vacío” cuando la partida de los hijos los vuelve a enfrentar a la realidad de la pareja nuevamente sola.
Muchas familias adoptivas viven esta separación normal y evolutiva del joven como la pérdida de los hijos. Sienten que se cumple de esta manera su fantasía más temida: ya no representan la autoridad para su hijo, los vínculos familiares se rompen y el joven los abandona para ir en busca de su familia biológica.
De este modo, desvalorizan el afecto y los lazos afectivos que se han logrado a lo largo de la época de crianza, magnificando nuevamente la importancia de los lazos de sangre.
Las disfunciones que aparecen muchas veces en las familias adoptivas frente al proceso de separación de los adolescentes pueden ser atribuidas a estos temores. Los padres confunden la curiosidad que manifiestan los hijos por su origen con el deseo de irse de su lado.
Sin embargo, la verdad nunca puede dañar al joven, lo que verdaderamente enferma la relación familiar es el hecho de esconder o secretear sobre la realidad de su origen.
Cuando el adolescente adoptivo tuvo la posibilidad de informarse sobre su origen y su historia adoptiva desde niño, la pertenencia a su nueva familia se hace más estrecha. Llegan a esta etapa sin mentiras ni tapujos y carentes de versiones míticas acerca de sus orígenes.
Cuanto mayor sea la información que el joven haya recibido a través del diálogo familiar, menor será su interés por acercarse a lo que nunca constituyó una incógnita ni un misterio para él.Cuanto mayor sea la insatisfacción del adoptado consigo mismo y con su familia adoptiva, mayor será la posibilidad de que busque reunirse con su familia de origen.
Cuanto más alta sea su autoestima y la que siente por sus padres adoptivos, mayor será la posibilidad de que la búsqueda de antecedentes esté únicamente motivada por la curiosidad.
El hecho de no saber y de necesitar respuestas incrementa la fantasía de los jóvenes sobre sus padres biológicos, idealizándolos o denigrándolos, buscando su reivindicación.
Muchas veces, la descalificación de los progenitores biológicos que los padres adoptivos han venido realizando a lo largo de los años, estimula que el adolescente vaya en su búsqueda, respondiendo a un deseo inconsciente de “hacer algo por ellos”.
Adopción y filiación
Muchas consultas surgen por la dificultad de ligar a padres e hijos y constituir una unión y vínculos aseguradores que den lugar a una familia con sentimientos de pertenencia. Se cuestiona la filiación.
La adolescencia es un momento clave en esta problemática ¿somos auténticamente padres? Es nuestro hijo? Nos pertenece? Perdurará el vínculo?
Para que la pareja adoptante se convierta en familia necesita que otra mujer done, entregue un niño. El lugar que esta figura donante ocupe desde allí en la mente, las fantasías y los afectos de los padres adoptantes producirá modos diferentes de filiación.
El modo en que este inicio quede incorporado para los padres – donación, entrega, abandono, robo - indicará el reconocimiento o la negación de ese lugar que fue ocupado por otros, también influirá la legalidad o ilegalidad con la que los padres tiñan sus funciones y su identidad parental y el modo en que puedan afiliar y sentir como propios a sus hijos.
Algunas veces los adoptivos se sienten padres a medias, sienten que el hijo no les pertenece totalmente, que los otros pueden regresar en su búsqueda o que el hijo va a regresar sin ninguna duda con los otros.
Y de alguna manera el modo en que pueda filiarse al hijo va a resultar determinante en los sentimientos que despierta la búsqueda del origen biológico del hijo. Así escuchamos que los padres se cuestionan:
1. Ayudarlos en todo aquello que puedan
2. Dudas sobre si el hijo les podrá reclamar que no han hecho lo suficiente para ayudarles a
2. Dudas sobre si el hijo les podrá reclamar que no han hecho lo suficiente para ayudarles a
encontrarlos
3. Temor a encontrar a la familia biológica y que pudiera aceptar mantener una relación con el adoptivo
3. Temor a encontrar a la familia biológica y que pudiera aceptar mantener una relación con el adoptivo
De estas posibilidades se desprenden algunas cuestiones importantes:
1. El significado que los padres dan al deseo de conocer, preguntar, buscar a la progenitora se torna peligroso para el vínculo adoptivo. La atracción por indagar sobre la filiación es vivida como un llamado de la sangre a recomponer la relación con el origen. ¿Es tan sencillo recomponer un vínculo que nunca ha existido y desligarse de otro con el que sí se posee ligazón?
2. A partir del significado que los padres adoptivos den a los deseos de saber, surge una oposición entre el deseo de saber - conocer de los hijos y la resistencia parental a responder y acompañar la curiosidad.
3. Es diferente el sentido que se da al deseo de conocer sobre el origen según se trate de los padres o los hijos. Para muchos padres siembra dudas sobre la relación y la solidez de la filiación y es mejor no saber, no perturbar.
Para los hijos adoptivos, tal vez conocer es como para los inmigrantes, que desean conocer y escuchar acerca de su tierra natal. No para retornar a ella, sino para recuperar un trozo de su historia, con el propósito de encontrar sentido y respuestas a muchos enigmas que giran en torno a una pregunta central ¿Por qué no me quiso?
La filiación del hijo adoptivo incluye también conocer y aceptar a quienes lo procrearon. Y los padres, al otorgar un apellido, al filiar, trasmiten también valores e ideales propios de esta familia en particular, que acreditan al hijo como perteneciente a ella; y deben construir certezas inamovibles, desde donde los hijos puedan explorar, preguntar, con la confianza de una base sólida de afiliación que no se desmorona frente a su deseo de saber y conocer.
Lila Parrondo
Directora de Adoptantis (adoptantis@hotmail.com)
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