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miércoles, octubre 25, 2006

Adopción. Postadopción. La Espera. Texto sobre cuando y cómo decirles a nuestros hijos/as que son adoptados


Adopcion. Postadopcion. La Espera.

Este artículo se envió a las listas de Adopción en China (China@adopint.org) , donde sintetiza de forma sencilla y clara, la importancia de hablar de la adopción con nuestros hijos adoptados.

Nos comenta que cada edad tiene su discurso, y que debemos saber adaptarlo a la capacidad de comprensión de nuestros hijos, pero que sobretodo debemos hablar abiertamente de la adopción si queremos que nuestros hijos puedan construir una identidad fuerte y sana.

Esta identidad fuerte será la que luego les proporcionará la seguridad necesaria para avanzar en la vida y saber encajar los buenos y malos ratos con integridad y optimismo.

Es un artículo de Jesús Palacio, catedrático de psicología evolutiva en la Universidad de Sevilla que también estuvo estos días pasados en el forum de Barcelona.

El texto ha sido extraído de las conclusiones que han sido publicadas sobre un estudio realizado con familia adoptivas de la comunidad de Castilla León.

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Ser padres adoptivos es, ante todo y por encima de todo, ser padres. Y quienes adoptan tienen que hacer las mismas cosas que cualquier padre o cualquier madre hacen con sus hijos para procurarles un desarrollo lo más completo y feliz posible.

Pero ser padres adoptivos va a suponer, además, una serie de retos y exigencias específicas a las que también habrá que hacer frente, como ocurre con tantas otras familias que, por su configuración (monoparentalidad, divorcio...) o por las características de sus miembros (enfermedades, necesidades especiales, serios problemas entre hermanos...), también tienen que encararse a situaciones educativas especiales.

Un buen ejemplo de las necesidades específicas de la adopción tiene que ver con la información que se da a los niños y niñas sobre el hecho de que son adoptados, sobre su historia previa, su país de origen, etc. Cuando los adoptados tienen menos de 5 años, sus necesidades de información no van mucho más allá de saber que estuvieron en un vientre distinto al de su madre y que nacieron en otro país. Pero entre los 6-8 años el desarrollo cognitivo de los niños les plantea nuevas preguntas y ellos empiezan a ser conscientes de nuevas cosas, lo que reclamará por parte de los padres una información algo más completa y compleja. Es en estas edades cuando por primera vez los adoptados empiezan a enfrentarse (habitualmente sin que nadie lo sepa) a los sentimientos de pérdida.

Llegará luego la adolescencia y con ella una inteligencia más potente y una vida emocional más compleja, lo que de nuevo reclamará de los padres una nueva manera de afrontar la comunicación sobre la adopción .Y tal vez algunos de los adoptados lleguen a plantearse en el futuro el deseo de visitar su país de origen o de tratar de rastrear información concreta sobre personas y lugares.

Y otra vez los padres tendrán que situarse ante las necesidades de sus hijos y tratar de darles la respuesta que consideren más adecuada. Y lo harán siempre teniendo en cuenta que la comunicación sobre la adopción no sólo pone en juego la transmisión de información, sino también una actitud emocional de comprensión, respeto y empatía. Muchas veces, cuando los adoptados van a convertirse ellos mismos en padres se agudizan de nuevo sus deseos de saber (por ejemplo, preocupación por el riesgo de transmisión de ciertas enfermedades a su prole).

Frente a otras épocas en que la adopción era un secreto incluso a veces para los adoptados, el cambio de mentalidad ha llevado a que casi la totalidad de las familias de adopción internacional de Castilla y León hayan hablado con sus hijos sobre su realidad adoptiva antes de que cumplieran los 4 años, que es la recomendación profesional habitual. Además, aproximadamente un 60 por ciento de los padres afirman tratar el tema con sus hijos con alguna o bastante frecuencia. La reacción de los niños ante estas conversaciones ha sido buena en su gran mayoría, indiferente en unos pocos casos y negativa en escasísimas ocasiones. De hecho, el 70 por ciento de los adoptados habla con naturalidad sobre su adopción.

Por lo general, cuanto mejor y más abiertamente hayan manejado los padres la comunicación sobre la adopción, mejor será la forma en que los adoptados vivan esa parte de su identidad. Son muchos los padres y madres a los que no les es fácil hablar sobre adopción, y que hablan con sus hijos sobre estos temas bastante menos de lo que ellos necesitarían pero no se atreven a reclamar.

Sin duda alguna, la adopción ha dejado de ser un secreto. Pero eso no significa que la comunicación padres-hijos en relación con la adopción deba considerarse un tema ya bien resuelto. Tanto para quienes adoptan como para quienes son adoptados la adopción suele traer muy importantes, significativas y duraderas satisfacciones. Incorporar a un niño o una niña a la propia biografía y a la propia familia, convertir a esa criatura inicialmente extraña en una parte muy significativa de la historia y las experiencias personales, contribuir a sus progresos y su desarrollo... son todas ellas experiencias vitales de una significación y una importancia extraordinarias. Y la adopción abrirá a los adoptados las puertas de nuevas experiencias de una enorme y positiva significación vital.

No debe olvidarse, sin embargo, que ser padre y ser madre significa no sólo iniciar una aventura llena de satisfacciones, sino también asumir la responsabilidad de hacer frente a tensiones, problemas, incertidumbres y sinsabores. También en eso consiste ser padres. En el caso de quienes adoptan, estas circunstancias se verán además incrementadas por las características específicas que han llevado a la adopción tanto a ellos mismos como a aquellos a quienes adoptan.

Si todo proyecto de maternidad y paternidad está marcado por la incertidumbre, en el caso de la adopción esa incertidumbre se ve incrementada. Y si ser padre o madre significa sobre todo ser capaz de responder a las necesidades de los hijos, en el caso de la adopción a las que cualquier niño o cualquier niña tienen, hay que añadir las necesidades que se derivan del hecho de ser adoptados.

Alegrías muchas, pues, pero también muy importantes retos y responsabilidades.

Retos y alegrías

Jesús Palacios


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