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viernes, julio 11, 2008

Adopcion. Las heridas del abandono

Adopcion. La espera. Adaptación

Adoptar un hijo significa primero que hemos pasado por un proceso de querer tener un hijo, y el hecho de que sea a través de la adopción o no que lo tengamos, será una consecuencia de ése deseo; es decir, la adopción nunca debería ser una razón para tener un hijo.

Este artículo, extraído del periódico de la adopción (adoptantis@telefonica.net), nos recuerda un aspecto clave de la adopción, y es que una adopción es para toda la vida, y que el hecho de que nuestro hijo sea adoptado, significa que tendrá unas particularidades que los padres debemos conocer para poder responder a sus necesidades en caso de sea necesario.

Los padres adoptivos normalmente conocemos bien la existencia de algunas particularidades propias de la condición de adopción de nuestros hijos, y este artículo nos habla de una de ellas, de la sensación de abandono, que a veces tienen nuestros hijos en las diferentes etapas de su vida (adaptación, pubertad, adolescencia, paternidad,..) y los motivos por lo cuales se manifiesta.

Es francamente una cosa que, como padre adoptivo, me ha costado siempre comprender, y supongo que esta sensación de vacío, este duelo permanente que se va manifestando durante las diferentes etapas de cambio en la vida en nuestros hijos, sólo se puede comprender si eres adoptado, pero creo que aunque no podamos comprenderlo, es nuestra obligación comprender al menos cómo se sienten nuestros hijos para poder ayudarlos a superar estos momentos.

Tal y como nos recuerda este artículo, unos padres con empatía y una preocupación por conocer la adopción y sus particularidades son siempre el mejor soporte para un hijo.

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Las heridas del abandono

Los niños adoptados tienen más tendencia a sufrir trastornos de conducta que el resto pero la razón es muy clara y se remonta a su gestación y primeros años de crianza en la que sufrieron todo tipo de adversidades: maltrato, negligencia, institucionalización en orfanatos.

Los expertos son partidarios de que al niño se le revele la verdad no más tarde de los 4 años para ayudarle a superar los problemas, si surgen. Los más afectados proceden de Rusia y países del Este.

Los psiquiatras han observado un aumento de los trastornos de conducta, del desarrollo y del vínculo del apego en los menores en los últimos años, pero los que más acusan estas alteraciones son los niños que han vivido situaciones de adversidad preadoptiva como abusos, maltrato, negligencia y largos periodos de internamiento en orfanatos. Los más afectados son los que proceden de Rusia y de los países del Este, "cuando llegan a la consulta, acuden ya con el problema", declaró la psiquiatra infantil Gemma Ochando, que trabaja en el hospital La Fe.

Los trastornos más habituales son los de conducta, aprendizaje, de déficit de atención e hiperactividad y los que están relacionados con la adaptación. En menor grado, sufren las consecuencias de un débil vínculo del apego al haber sido abandonados, alteraciones del sueño y ansiedad ya que temen un segundo abandono por parte de los padres adoptivos.

Ochando explicó que hay tres periodos críticos: cuando el niño llega a su nuevo hogar, cuando se hace púber y cuando tiene su primer hijo, que revive su experiencia de pequeñín. Con la llegada a su nueva familia, el menor sufre dificultades porque pierde todos sus referentes: el idioma, la cultura, compañeros, la religión y, en ocasiones, hasta el nombre, "que hace que este cambio sea especialmente delicado, ya que pasa de vivir con los cuidadores en un orfanato a conocer a una familia y a unos padres que para él son unos desconocidos", indica la psiquiatra que agrega que, en muchas ocasiones, los niños se sienten culpables porque han dejado amigos en el orfanato que echan de menos y cuya pérdida también tienen que superar.

Un proceso de por vida

A esta situación absolutamente nueva se suma el estrés de la escolarización, el aprendizaje de otra lengua y la dificultad que tienen para expresar sus sentimientos de miedo e inseguridad. "Por eso recalcamos que la adopción no es un hecho puntual y que el proceso va a durar toda la vida", indica la experta.

La segunda fase crítica es la pubertad, sobre todo para los niños que la viven muy precozmente: entre los 8 y 9 años, "porque sienten más reafirmar su identidad", expresa Gemma Ochando que afirma que los padres deben de estar preparados para afrontar los cambios que se produzcan.

A los 18 años se produce otra crisis porque querrá conocer sus orígenes, "y la tercera es cuando tienen un hijo, porque reviven los primeros momentos de su vida, aunque cuando se mueren los padres adoptivos también entran en una crisis importante porque sienten un segundo abandono".

La psiquiatra aconseja a los padres que acudan a los servicios sociales o médicos cuando observen algún rasgo anómalo, "sin tener miedo a que se les cuestione su valía como padres porque lo más primordial en estos casos siempre es la prevención".

Pilar G. del Burgo

2 comentarios:

tomas dijo...

hola queria felicitarte por tu blog muy completito e interesante enhorabuena un abrazo desde el puente viejo

Naga Blog dijo...

Muchas gracias por tu comentario Tomás.
Sólo busco que sea de la misma ayuda para vosotros como lo es para mi cuando lo escribo.
Un saludo

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