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lunes, febrero 25, 2008

Adopción. Adaptación. La Espera. Vinculo y adquisicion del lenguaje



Adopcion. Adaptacion. La Espera.



Este artículo lo hemos extraído del número 15 de la revista Nihao que publica AFAC (http://www.afac.info/) y donde poidéis echar un viostazo a todas las revistas que ha ido publicando.



Me ha gustado particularmente, porque además de recordarnos lo que en muchos artículos hemos repetido creo que hasta la saciedad, esta vez lo explica de una forma muy clara y objetiva.



Nos habla de la importancia que tiene en los padres adoptivos conocer la situación de un hijo adoptado. Nos explica que nuestro hijo, a diferencia de un hijo biológico, tiene una historia, mejor o peor, pero una historia que le ha proporcionado unas experiencias que lo han hecho tal y como es ahora, cuando lo adoptamos.



Nos explica como el hecho de haberse desvinculado de muy pequeñito de su madre biológica , con quien ha estado en contacto durante los últimos meses de gestación o los primeros meses de vida, el hecho de haber sido internado en un orfanato, donde los referentes adultos y su relación son en muchos casos variables y poco constantes, y donde la particularidad de cada niño queda inevitablemente diluida, pueden afectar en el desarrollo futuro de nuestros hijos.



Nos habla de los tipos de vinculos que han podido elaborar nuestros hijos en función de sus experiencias previas, del tipo de cuidados que reviven en los orfanatos según si son de un país u otro, y de la importancia de las familias de acogida.Precisamente este es un aspecto que muchas parejas han tenido en cuenta a la hora de escoger un pais u otro a la hora de adoptar.



En definitiva , un buen recordatorio de la importancia que puede tener en muchos casos esa "mochila" que llevan nuestros hijos cuando los adoptamos,. y que es imprescindible no olvidarla y tenerla en cuenta siempre en cuenta cuando les ayudamos a crecer y hacerse unas personas seguras de si mismas.



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Artículos sobre adaptacion



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Adopción, vínculo y adquisición del lenguaje



En estos últimos años hemos visto como en nuestro país ha habido un aumento muy importante de familias que han adoptado un niño, sobretodo por la vía internacional, procedentes de países en situaciones sociales y económicas precarias.



Los profesionales que trabajamos en el mundo de la adopción hemos empezado a conocer muchos de estos niños poco después de su llegada, a través del seguimiento oficial que los países de origen piden, o de las consultas que espontáneamente nos han hecho muchos padres. Presento esta comunicación partiendo de la experiencia llevada a cabo en la ICIF Fundació Vidal i Barraquer, en la que nos encargamos de la preparación, valoración de los padres y de los seguimientos, y en el servicio de postadopción privado de la misma institución.



Observamos que bastantes niños, pasado un tiempo desde su llegada, presentan retrasos y trastornos en la adquisición del lenguaje. Alrededor de los tres años dicen palabras sueltas o estructuran frases sencillas, por debajo de lo que corresponde a su edad, presentan también problemas de vocalización, confusa y poco diferenciada. Estas dificultades van en general asociadas a una problemática de maduración y de desarrollo global. Así, muchos niños tienen importantes retrasos en el desarrollo psicomotriz y en las funciones mentales y del pensamiento, así como trastornos del desarrollo emocional como falsas autonomías, independización precoz, trastornos de diferenciación, inquietud y tendencia a la impulsividad. Dificultades que a veces persisten por más tiempo del que los padres, los educadores y profesionales esperan.



¿Por qué se da ese cuadro?


Influyen diferentes factores, a parte del propio temperamento del niño; son determinantes en primer lugar la vida previa antes de su adopción y en segundo lugar el impacto del cambio cultural que presenta la misma adopción.



Pasaré a desarrollarlo.



Las pérdidas



Primeramente ha perdido a sus progenitores. Hoy en día es conocida la importancia que tiene el período de embarazo y las experiencias sensoriales del feto en el claustro materno, que a conformando su psiquismo fetal, y a partir de las que inicia la relación con la madre al nacer. El bebé conoce y reconoce el mundo a través de su sensorialidad, el niño en adopción pierde el primer referente que le orienta y le hace sentir seguro.



Al perder la madre biológica se encuentra con un mundo nuevo que le aporta experiencias afectivas y sensoriales diferentes y que le hacen sentir perdido y desorientado, con lo que experimenta ansiedades primerizas muy importantes, catastróficas, que pueden parar su desarrollo emocional. Su evolución dependerá de cómo las figuras sustitutas que le atiendan puedan contener y dar respuestas suficientemente adecuadas a estas ansiedades, bien en el orfanato o en una


familia de acogida.



Más adelante, en el momento de la adopción, el niño también sufre las pérdidas de sus referentes, como explicaré más adelante. La vida previa del niño: pérdidas


y carencias.



El niño ha iniciado su camino en la vida mucho antes del momento en que llega a la familia que lo adopta, lleva detrás de si una historia llena de vivencias, desde su nacimiento hasta la adopción, ha tenido experiencias previas que forman parte


de él mismo y de su incipiente identidad. Lleva una historia de vínculos y un psiquismo más o menos estructurado según su edad y cualidad de las experiencias.



Esto significa que ha incorporado modelos de relación y de trato, que en el momento de la adopción trasladará a su entorno, porque es la única forma que conoce de relacionarse con el mundo. Desconoce sus padres adoptivos, pero tiene vivencias, afectos y expectativas del trato que puede esperar del mundo y de los adultos, en función de lo que ha vivido, de la calidad y cantidad de experiencias de relación de su vida anterior a la adopción.



La experiencia vital previa del menor viene marcada por dos realidades que le ha tocado vivir: en primer lugar las pérdidas, de los progenitores y de lo que ha vivido antes de ser adoptado.



Y en segundo lugar las carencias, que serán más o menos importantes según haya sido institucionalizado y según sean las características del funcionamiento del centro.



Las carencias



En segundo lugar, el niño en adopción, ha vivido carencias físicas y afectivas más o menos importantes según cuales hayan sido las condiciones de su vida previa.



EL ORFANATO: nuestra experiencia es que la gran mayoría de niños adoptados han vivido en un orfanato. Sabemos que éste puede tener características muy diferentes que condicionen su calidad.



El estilo de orfanato dependerá del país donde esté ubicado, ya que la cultura y forma de vida de una sociedad, implica una forma de entender y atender las necesidades de los niños y por tanto también influye en la manera de tutelar y proteger a sus niños en situación de abandono. Así, países más tropicales, como India, África, o América del Sur y Central tienen una cultura en la que se contempla el contacto físico, el canto y el juego al aire libre, también condicionado por el clima, evidentemente. A la vez en países más fríos como los del Este de Europa, además de la precariedad, hemos visto a veces que el trato con los niños puede ser más distante y a veces se parte de un modelo de trato más médico, donde existe más cuidado por la higiene que por el contacto relacional, y que conlleva a menudo que los bebés estén aislados en su cuna, limpios y a lo mejor alimentados, pero sin posibilidad de establecer relaciones mínimamente continuadas con una misma cuidadora.



También el clima más frío hace que los niños a menudo no hayan salido nunca del orfanato (una niña al salir a la calle por primera vez cogía el aire con las manos y tiraba la cabeza hacia delante, como si no lo hubiera hecho nunca, probando una cosa nueva, explicaban sus padres). Ciertamente, eso sí, no se puede generalizar, y dentro de un país hay muchas realidades diferentes.



Los orfanatos pueden ser más grandes o más pequeños. Su tamaño condiciona mucho la calidad de la relación que el niño puede tener con las cuidadoras, ya que éstas pueden atender más o menos personalmente las necesidades individuales de los infantes. El personal que tiene cuidado de estos niños hace lo que puede dentro de sus circunstancias y con los medios de que dispone es difícil atender todas las necesidades.



Igualmente importante es la precariedad de los medios, hay poco personal adulto, la alimentación es deficitaria, en algunos sitios los niños comen una vez al día o se les da biberones de agua azucarada para engañar el hambre, los cuidados médicos son insuficientes según nuestras costumbres, y también la ropa y los juguetes.



Muchas veces el orfanato tiene espacios poco diferenciados que son comunes a todos los niños. Las habitaciones generalmente son grandes y compartidas por muchos niños de igual o diferente edad, duermen en camas dispuestas en fila y a veces la comparten con un compañero. El menor no tiene intimidad, nada es suyo y todo se comparte.



Vivir en un orfanato representa siempre una experiencia de privación que conlleva carencias, afectivas con seguridad, y a veces también físicas. Incluso el mejor orfanato de nuestro propio país, debe organizar la vida alrededor de las necesidades grupales y cuanto más grande es, menos podrá contemplar las


individuales.



Carencias psíquicas



Sabemos que todo menor necesita de unas figuras paternas adultas afectivas y estables que le den seguridad para poder así establecer las bases de su desarrollo psíquico y de las funciones mentales básicas, y que le permitan explorar el mundo que le rodea.



Así es como el bebé puede aprender desde el nacimiento y poner en marcha las funciones psíquicas de las que es ya capaz justo al nacer (las competencias del bebé).



El niño desarrolla sus capacidades psicológicas gracias a la interacción con las personas de su entorno, los padres. La repetición de las experiencias sensoriales, motoras y afectivas, y su integración configurarán la organización de su mente.



Así la frecuencia y la cualidad de la interacción, de la relación con los padres o personas sustitutas y el niño, son de vital importancia para estimular su adecuado desarrollo. Mediante su contención, sostenimiento, diferenciación y verbalización de las experiencias, el niño, irá organizando la base de la capacidad de pensar, de la simbolización y del lenguaje.



La cualidad de la relación entre padres (o sustitutos) e hijo da como resultado un determinado tipo de vínculo afectivo. Así podemos distinguir tres modalidades básicas: psicología infantil



1. El apego seguro: en el que el niño tiene confianza hacia sus padres, que son afectuosos y sensibles a sus necesidades con constancia y regularidad. Eso le permite a éste explorar el mundo con seguridad y confianza y en el futuro establecer también relaciones confiadas con los demás.


2. El apego ansioso: el niño no tiene la confianza de encontrar siempre a sus padres o sustitutos y de ser ayudado por ellos. Éstos no se han mostrado constantes en sus atenciones y afectos, y el niño se muestra inseguro y ansioso frente a situaciones nuevas y al mundo en general. Eso afecta su forma de explorar la realidad, puede quedar inhibido, bloqueado y también afectar la futura forma de relacionarse, ya que no se fía de los demás.


3. El apego ansioso distante: el niño desconfía de los adultos que le rodean, no ve en ellos soporte para sus necesidades y se acostumbra a no contar con ellos para salir adelante. Eso provoca un funcionamiento distante y desconfiado hacia el mundo y los demás, de los que tampoco espera ninguna comprensión ni ayuda, la relación mutua está presidida por la suspicacia.



En general la experiencia de relación que ha tenido el niño en adopción se ha dado en primer lugar, por poco o mucho tiempo, en el seno de su familia biológica, y ésta a veces ha sido traumática. Después ha pasado por la institución, con cuidadores, con quien se ha relacionado frecuentemente de forma parcial y fragmentada. Lo más probable es que haya establecido el tipo de vínculo caracterizado por el apego ansioso, y en situaciones de niños mayores o alargadas en el tiempo, el de tipo ansioso desconfiado.



Las carencias emocionales, pues, son debidas a:



  1. Las muchas manos que le han atendido.

  2. No haber estado en la cabeza de nadie de forma suficientemente completa y contenedora.

  3. La uniformización e indiferenciación en el trato que no ha permitido atender suficientemente sus necesidades individuales.


Los efectos concretos de estas carencias en el desarrollo psíquico del infante pueden ser distintos:




  1. Retrasos importantes en el desarrollo psicomotor (poca tonicidad muscular lo que impide que se aguanten sentados o caminen, o que no se conozcan partes del cuerpo, que tengan una motricidad general poco desarrollada).

  2. Retrasos en la comunicación y el lenguaje. Nivel de comunicación e intercambio con el adulto bastante por debajo de lo normal, acompañado de pasividad y falta de interés hacia el otro.

  3. Sentimientos intensos de soledad que llevan a poder establecer conductas de autoconsuelo y de aislamiento, con movimientos rítmicos y estereotipados, que a menudo van remitiendo con el trato cálido y diferenciado de los padres.

  4. Adquisiciones precoces y falsas autonomías, por las que los niños adquieren precozmente hábitos que no les corresponden a su edad, en las comidas, dormir, control de esfínteres...

  5. Indiferenciación con el trato, da igual quien sea el otro, si te da alguna cosa o te cuida, "voy con quien sea". O bien trato distante y desconfiado: del adulto no puede esperar nada bueno, no espera consuelo, ha llorado y nadie le ha atendido, ha aprendido a que no vale la pena llorar.


No me extiendo ahora en las carencias físicas, por todos más conocidas, pero sólo quiero señalar que el sesenta por ciento de los niños, según los datos del hospital de St. Joan de Déu, llegan con una desnutrición importante, retrasos evolutivos,


dermatitis, alergias, trastornos endocrinos o enfermedades infecciosas. Sólo quiero destacar que el estado de salud físico de un menor incide directamente en su estado emocional y condiciona también su desarrollo físico y psíquico (vitalidad,


pasividad, depresión...) y por tanto las bases de su personalidad.



FAMÍLIAS DE ACOGIDA: algunos niños tienen la suerte de haber sido cuidados por una familia de acogida, eso aún es una medida poco frecuente y que se da en muy pocos países.



En general hemos observado que son niños que han recibido cariño y que han tenido la oportunidad de establecer vínculos afectivos más sólidos. Su desarrollo psíquico es más adecuado a su edad, ya que seguramente han podido establecer un vínculo del tipo de apego seguro, lo que también facilita que se puedan vincular con mayor seguridad a sus padres adoptivos.



Vinyet Mirabent Junyent


Psicóloga clínica.


Coordinadora del Equipo de Psicología Infantil y del Equipo de


Adopciones de la Fundación Vidal i Barraquer.


(Versión revisada de la comunicación presentada en la Jornada de


Atención Precoz en el mes de marzo de 2004)


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