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jueves, noviembre 16, 2006

Adopcion. Adaptación. Postadopcion. 7ª entrega de RAD (Reactive Attachment Disorder) - Problemas con el vínculo



Esta es la 7ª entrega de la serie de artículos que hemos extraído de la web de Attach-China, una web dedicada a orientar a las familias que tienen hijos con problemas de vínculo.
A partir de esta entrega presentaremos historias reales explicadas por los padres que nos dan una visión real y práctica de todos los taramientos y síntomas que se han ido publicand en entregas anteriores.
En este caso nos habla una madre que va identificando síntomas que le hacen sospechar que su hija puede tener las alteraciones del vínculo que finalmente le diagnostican.
Están bien escritos, con un estilo muy americano, pero que saben expresar la angustia y la capacidad de superación de una madre por el bien de su hija.
Otras entregas anteriores sobre este tema:
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Historia de Attach-China
Cuando mi hija vino a casa, era feliz y cariñosa y estaba bien alimentada (con 9 meses pesaba 17 libras). Ella alcanzó el nivel “adecuado” para su edad tanto en lenguaje como fisicamente en tan sólo dos meses. Incluso la hora de irse a la cama parecía idílica: yo le daba su biberón, le cantaba una nana especial y la mecía hasta que se dormía. Con el paso del tiempo, en vez de caer dormida en mis brazos, empezó a estirarse para llegar a la cuna y dormirse sola. Pensé que esto estaba muy bien.
Todo esto cambió cinco meses más tarde, con mi regreso a la jornada completa. Ella dormía una pequeña siesta de 15 a 30 minutos en la guardería. Por las noches, se despertaba tosiendo, ya que comenzó a presentar ataques de asma nocturnos. Yo necesitaba dormir, así que la llevaba a mi cama, momento en el que ella paraba de toser. Finalmente, le permitía dormir siempre conmigo. Entonces, empezó a mostrar problemas para dormirse, poniéndose histérica si yo salía un momento de la habitación. Después de intentarlo todo, probé con el método Ferber. Dejaba que llorase y de vez en cuando acudía a tranquilizarla. En cada ocasión, mi hija estaba histérica y después de una semana su asma empeoró de forma que tuve que llevarla al hospital. Yo tenía la corazonada de que en este caso había relación entre mente y cuerpo y había aprendido que los ataques de asma de este tipo eran un síntoma de PTSD (Post Traumatic…).
Tras el miedo a ir a dormir, ella empezó a estar “hipervigilante”: mi hija no podía dormir, a no ser que yo estuviese lista para dormir, por miedo a que yo la dejase. Algunas noches, ella permanecía despierta hasta las 11 o las 12. Algunas noches, se ponía furiosa si yo me tumbaba a su lado, dándome patadas para echarme de la cama. Entonces, si yo daba un paso para alejarme de la cama, también se enrabietaba. No me dejaba acunarla, ni tumbarla. Si yo intentaba dejarla en la cama mientras me sentaba en el borde de la cama, ella parecía ceder; aunque al día siguiente volvía amostrarse rabiosa. En el colgio, comenzó a ser violenta con otros niños.
Su miedo al abandono se intensificó de otras maneras. Empezó a ser muy “dependiente” (yo no podía cambiar de habitación sin ella o prestale atención a otras personas). Tras su primera vez con una niñera, se ponía histérica cada vez que veía a cualquiera de nuestros amigos, temiendo que yo la dejara con ellos. Al salir de trabajar una noche e ir a recogerla a casa de unos amigos, me la encontré histérica y desorientada. Desde que había cambiado su into PJs, pensó que la había dado a otra familia y permaneció enrabietada durante dos horas. Fue la peor experiencia de mi vida: no sabía cómo calmar a mi hija, que estaba claramente aterrorizada e histérica.

Por entonces, yo ya sabía que algo estaba mal, aunque a pesar de consultar a muchos profesionales, no encontraba ninguno que comprendiera la seriedad del miedo que yo veía en mi hija. Después de un año y medio, finalmente encontré a alguien que conocía exactamente qué era lo que describía: diagnosticó RAD y me enseñó Holding Time (tiempo de abrazo?). Tras la primera vez que yo hice Holding Time con mi hija, su comportamiento cambió instantaneamente. Había empezado a ser muy destructiva cuando estaba enfadada, por ejemplo, tiraba todo lo de la mesa al suelo. Esta vez, ella movió cuidadosamente un objeto hasta el borde de la mesa, me miró y corrió hacia la cocina gritando “No me cojes. Cogeme. Cogeme”.

Mi hija ha sido diagnosticada con Post Traumatic Stress Disorder (PTSD), a causa tanto del trauma de su abandono como de una lesión que se produjo en el orfanato. El PTSD en los niños es difícil de diagnosticar, no sólo porque los niños no sepan verbalizar lo que les ocurre, sino porque muchos de los comportamientos de PTSD parecen comportamientos insolentes, cuando en realidad ellos pretenden controlar sus miedos y el entorno. En el caso de mi hija, sus sueños de día, espaciados en la guardería; sus muestras de enfado cuando estaba asustada, a causa de que algo del presente le recordaba su pasado, su terror a dormir y la interrupción de su ritmo circadian; su malestar al subir al coche (un síntoma psicosomático), que a veces se relacionaba con su miedo a ser “secuestrada”… todos ellos eran síntomas de PTSD.

A causa de todo esto, yo no puedo hacer cosas rutinarias como ayudar a la hija de una amiga a abrocharse el cinturón de seguridad o ir a un encuentro de FCC sin que mi hija se asuste oprque piensa que la voy a cambiar por otro niño. Esto es inimaginable, pero en su experiencia es completamente lógico: al fin y al cabo, su madre natural la abandonó y su Ayi en China hizo lo mismo. Yos soy su tercera madre y, en cierto sentido, es lógico pensar que la historia se podría repetir.

Comencé en la lista de correo y en la web de Attach China, porque en mis amplias lecturas sobre RAD,sabía que muchos niños adoptados en China habían sufrido situaciones similares y no quería perder el tiempo buscando ayuda como otros padres. It is my effort to change poison into medicine. Así fue como conocí a Nancy D’Antonio, que me invitó al grupo semanal en el “Centro de Maternidad” llevado or la doctora Martha Welch.

Recientemente, he realizado pruebas a mi hija, para encontrar una escuela preparada para el PTSD. Los resultados dicen que mi hija no tiene que ir a colegios para niños con necesidades especiales. El año que viene, nosotros le daremos clase en casa para continuar trabajando sus sentimientos de vinculación y seguridad. Aunque estoy agradecida de que ella esté contenta, yo aún estoy apenada por que mi hija no haya tendido una vinculación normal y estable; además, comparto los terrores que ella sigue sufriendo.

Sin embargo, estoy satisfecha por los grandes progresos de nuestra terapia y confío en que con el trabajo que hemos realizado ella se pondrá bien completamente, siendo una adolescente segura y una adolescente capaz de amar a su marido y a sus hijos.

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